24 octubre, 2007

Unos versos sacados del agua.


¿Qué hice yo para volver?
¿Qué hiciste tú, compañera del alma,
para dejarme ir a la cumbre,
al vacío del firmamento,
al pedestal de la sonrisa,
la cual un día iluminaba mi cara,
la cual un día daba sueños a mi tiempo?

Lágrimas... sólo quedan lágrimas del ayer,
del pasado que tanto dañó,
de los meses en los cuales se derramó sangre.
Sangre podrida que corre por mis venas.
A nadie le importa... ¿Me importa acaso a mí?

Si el viento trajera consigo una flor,
si él me dijera la respuesta para calmar
mi más dolorida y vengativa soledad,
el mar se relajaría,
dejaría de hacer uso de sus amigas, las olas,
dejaría de haber inundaciones en este corazón
el cual sólo intenta...
Sólo intenta abrir esa puerta...
que lleva tanto tiempo cerrada.
La llave... la llave fue tirada al infierno.

¿Qué es poesía sino dolor?
¡Venus poética! ¡Muéstrate como eres!
¡Enséñanos, majestad, tu doble cara!
Perfección, belleza, elegancia, colores vivaces,
flores abiertas, sol cegador, VIDA.
Puñales clavados en la herida sangrante,
droga engañosa, gritos incesantes, música infernal.

Seré tonta, quizá. Quiero seguir siendo su esclava,
pues me da lo que necesito. Me acompaña,
me hace soñar en lo que nunca tuve.

Sigamos bailando, pues. Que la melodía no cese.
Hagamos realidad nuestros sueños.
Bebamos hasta caer ebrios en la escalera,
hasta que nuestra mente diga basta,
mientras las manos no puedan parar de escribir.

Un día frío de invierno, la chimenea sigue su ritmo.
Vemos un rostro desgastado, quizá demente.
Lo miramos fijamente, nos recuerda a alguien.
¿Alguien sabe quién es? Sí... Somos nosotros
cansados de la belleza poética,
cansados de este poema, que parece que nunca termina.

¿Qué hice yo para volver?...
Drogarme incesantemente de versos,
echarle de menos, venerarle,
jurarle que le sería fiel hasta el último momento.
¿Y todo para qué? ¿Acaso me lo agradece?
No... Me inyecta más, y más dosis
hasta caer exhausta.

La poesía es así,
y yo caigo a sus pies, complacida.

04 junio, 2007

Esperando.


Esperando una llamada,
un gesto, una palabra,
una sonrisa, un susurro
dejando atrás tormentas
que rompieron el alma,
hundiendo el corazón
en el más profundo oceáno.

Sola, sola en este inmenso mar,
acompañada por el vacío
y la oscuridad más sombría.

No hay luces que encender,
no hay fuerzas que gastar.

El tiempo se va, y vuelve
dejando heridas a su paso.

Soñar no se puede
pues no hay alas para volar,
ni ganas de luchar.