24 noviembre, 2010

Preciosas rosas marchitas


Te esfumas y desapareces
cual ave fénix,
y apareces de la nada
como el fuego o el viento.

Y quieres que te crea,
que te apoye en todo,
que te siga y te admire
desde la base de tu pedestal.

No sé todavía ni siquiera quién eres
ni si tu existencia se puede ver.
Pero soy débil
y tú lo sabes.

Juegas a tu antojo,
siguiendo la misma rueda
año tras año.

No importa lo que pase.
No importa lo que viva,
no importa nada.

Has hecho de este ciclo
uno permanente y eterno.